China recientemente anunció nuevas pautas que impactarán a las computadoras y servidores gubernamentales al eliminar gradualmente procesadores de EE. UU. como Intel y AMD.

Estas directrices, destinadas a reducir la dependencia de tecnología extranjera, también apuntan al sistema operativo Windows de Microsoft y software de bases de datos extranjeros a favor de alternativas chinas.

Una de las principales razones detrás del impulso de China a favor de los procesadores y sistemas operativos domésticos es la seguridad nacional. Washington introdujo reglas en octubre de 2022 para restringir la capacidad de China para obtener o fabricar chips semiconductores avanzados debido a preocupaciones sobre posibles aplicaciones militares.

Este movimiento tendrá sin duda consecuencias significativas para las empresas tecnológicas de EE. UU., con tanto AMD como Intel declinando hacer comentarios sobre el informe.

Esta decisión llega en un momento en el que EE. UU. ha estado implementando restricciones a la exportación para limitar el acceso de China a equipos y tecnologías semiconductores clave, desencadenando una guerra tecnológica entre ambos países.

Además, regulaciones subsiguientes en octubre de 2023 apuntaron a las ventas de chips de IA avanzada de Nvidia a China. A pesar de estos desafíos, los principales fabricantes de equipos de chips de China han visto un aumento significativo en sus ingresos, lo que sugiere un cambio hacia la autonomía en el sector de semiconductores.

China ha estado enfocada en mejorar su industria nacional de semiconductores en los últimos años, con empresas como Huawei y SMIC enfrentando sanciones por parte de EE. UU. destinadas a limitar su acceso a tecnología avanzada.

Estrategia para reducir la dependencia en tecnología extranjera

La decisión de China de eliminar los procesadores de EE. UU. de las computadoras y servidores gubernamentales refleja una estrategia más amplia para reducir la dependencia en tecnología extranjera, especialmente en la industria de semiconductores.

Este movimiento no solo tiene implicaciones inmediatas para las empresas tecnológicas de EE. UU., sino que también destaca la creciente competencia y tensiones entre EE. UU. y China en el ámbito tecnológico.

A medida que ambos países continúan persiguiendo sus intereses estratégicos, es probable que el panorama tecnológico global experimente más cambios y disrupciones en los próximos años.

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