¿Existe algún empeño científico mayor que la búsqueda interminable de hacer funcionar Doom en cualquier cosa? Desde teletexto hasta pruebas de embarazo, pasando por tractores y cerebros de ratas en frascos, cada vez que pensamos que hemos agotado las posibilidades, alguien encuentra una nueva forma de jugar al emblemático shooter de hace 30 años en algo nuevo. Parece que el mundo simplemente no puede tener suficiente de este icónico juego y las personas continúan empujando los límites de lo que es posible.

Ahora llega nuestro último contendiente para la forma más extraña / ingeniosa de jugar a Doom: utilizando bacterias encontradas en el intestino. Sí, leíste correctamente. Lauren «Ren» Ramlan, investigadora de doctorado en biotecnología del MIT, ha creado una pantalla de 32×48 píxeles de 1 bit compuesta por células de E. coli, en la que cada célula actúa como un píxel individual que se ilumina utilizando una proteína fluorescente. Esta configuración poco convencional abre nuevas posibilidades para mostrar la jugabilidad de una manera realmente única.

Vale la pena destacar que realizar esta configuración usando las células sería una tarea enorme debido a su capacidad extremadamente limitada. Sin embargo, Ramlan logró usar con éxito la pared de células como una pantalla para Doom al representar la jugabilidad utilizando la E. coli iluminada. Si bien este logro es indudablemente impresionante, es importante moderar nuestras expectativas. No esperes volar cacodemonios utilizando el revestimiento de tus intestinos en un futuro cercano. El rendimiento de la pantalla está lejos de ser ideal. Para mostrar un cuadro del juego simplificado en blanco y negro con una resolución de 32×48 píxeles, las células tardaron increíbles 70 minutos en iluminarse. Además, tardaron ocho horas y 20 minutos en volver a su estado inicial cuando ya no era necesario iluminarlas.

Para poner esto en perspectiva, consideremos lo que realmente significaría jugar a Doom utilizando un montón de bacterias intestinales. Si una partida promedio de Doom dura alrededor de cinco horas y el juego original se ejecuta a 35 cuadros por segundo, la pantalla de células tardaría asombrosos 599 años en completar el juego de principio a fin. Claramente, esta no es una forma práctica de experimentar la emoción de disparar demonios y navegar por niveles peligrosos. Si bien el concepto de jugar a Doom con bacterias intestinales es innegablemente fascinante, las limitaciones de rendimiento dejan en claro que esto es más una prueba de concepto que una forma viable de jugar al juego. La cantidad de tiempo requerido para mostrar cada cuadro de la jugabilidad es simplemente demasiado impráctico para permitir disfrutarlo de verdad. Por ahora, lo mejor sería seguir jugando a Doom en una calculadora, donde las velocidades de cuadros son mucho más manejables.

La iniciativa de jugar a Doom utilizando bacterias intestinales pone de manifiesto la curiosidad y creatividad inagotables de la comunidad científica. Sin embargo, también sirve como recordatorio de que no todas las ideas innovadoras se traducen en practicidad. Sin embargo, es a través de experimentos no convencionales como estos que pueden surgir nuevas posibilidades y tecnologías, empujando los límites de lo que creíamos posible en el mundo de los videojuegos.

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