La última crisis y las preocupaciones de seguridad en torno a Boeing han causado más retrasos para las aerolíneas, exacerbando un problema que ha afectado tanto al gigante estadounidense como a su competidor Airbus en los últimos tiempos. En el último año, Boeing ha enfrentado numerosas dificultades con su avión estrella, el 737 MAX, culminando en un importante incidente de seguridad en un vuelo de Alaska Airlines a principios de enero. Mientras tanto, Airbus ha tenido que lidiar con un dolor de cabeza significativo debido a problemas de motores con Pratt & Whitney, una unidad de RTX. Estas limitaciones en la cadena de suministro están obstaculizando el progreso de ambos fabricantes, afectando aún más sus horarios de entrega.
Boeing había planeado inicialmente aumentar la producción del 737 MAX hasta 2025. Sin embargo, con el reciente incidente de seguridad y la posterior intervención de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), este plan ha sido suspendido. La decisión de la FAA de congelar la producción del 737 MAX sin duda prolongará los retrasos en el programa de entrega de Boeing, que ya estaba atrasado. Por otro lado, aunque Airbus ha logrado evitar problemas de seguridad similares, enfrenta un desafío diferente con los motores de Pratt & Whitney. Los motores utilizados en cientos de aviones Airbus 320neo deben ser inspeccionados entre 2023 y 2026 para detectar «contaminación» microscópica de los metales utilizados en su construcción. Estas inspecciones y las reparaciones necesarias requieren de 250 a 300 días por avión, lo que añade otro obstáculo para las aerolíneas que esperan satisfacer la creciente demanda de viajes.
Los problemas continuos enfrentados por Boeing y Airbus han llevado a algunas aerolíneas a considerar opciones alternativas. Alaska Airlines, que hasta ahora ha sido abastecida exclusivamente por Boeing, estaba considerando órdenes para el Boeing 737 MAX 10. Sin embargo, a raíz de los incidentes recientes y su próxima adquisición de Hawaiian Airlines, que depende de Airbus para su flota, el CEO de Alaska, Ben Minicucci, se ha mostrado abierto a explorar otras posibilidades. La posibilidad de cambiar los pedidos a diferentes fabricantes ha generado preocupación para Boeing, especialmente cuando el CEO de American Airlines, Robert Isom, declaró públicamente que Boeing «necesita poner su acto en orden». Si bien Isom reconoció que la aerolínea opera aviones tanto de Airbus como de Boeing, enfatizó la necesidad de confiabilidad y seguridad en cualquier nuevo avión.
Aunque la idea de cambiar de proveedor de aviones puede parecer viable, la realidad es mucho más complicada para las aerolíneas. Asegurar un lugar en el libro de pedidos de un fabricante es solo el comienzo; luego, el fabricante debe preparar sus cadenas de suministro para cumplir con un pedido de múltiples aviones que abarcan meses o incluso años. Actualmente, este proceso no se logra fácilmente debido a los desafíos que enfrentan tanto Boeing como Airbus. Airbus, por ejemplo, tiene su infraestructura de producción completamente reservada hasta 2030 para aviones de pasillo único como el A320 y hasta 2028 para aviones de larga distancia como el A350. Para satisfacer la demanda, Airbus planea aumentar la producción del A320 de 48 a 75 aviones por mes para 2026. A pesar de los largos tiempos de espera, las aerolíneas siguen realizando pedidos, como lo demuestra el récord de 2,094 nuevos pedidos netos que Airbus recibió en 2023.
En contraste, Boeing ha estado bajo un escrutinio persistente, con preguntas sobre su control de calidad tras el incidente de Alaska Airlines que involucró al 737 MAX 9. Además, la certificación para el 737 MAX 7 y el 737 MAX 10, las versiones más pequeñas y más grandes del modelo de pasillo único respectivamente, aún no se ha obtenido. Estos retrasos e incertidumbres en los plazos de entrega han llevado a las aerolíneas a adaptar sus horarios en consecuencia. Aunque tanto Boeing como Airbus tienen sólidos libros de pedidos, con más de 4,000 pedidos para el programa MAX solo, la disponibilidad de plazas para pedidos de 737 está limitada hasta finales de la década. Ambos fabricantes continúan enfrentando dificultades en sus cadenas de suministro, un problema que ha persistido desde el apogeo de la pandemia.
La última crisis enfrentada por Boeing, junto con los desafíos continuos en la cadena de suministro tanto de Boeing como de Airbus, ha resultado en más retrasos para las aerolíneas. Si bien los cambios potenciales en la lealtad y la elección de proveedores parecen opciones viables, las complejidades involucradas dificultan la toma de decisiones para las aerolíneas. La presión para satisfacer la demanda y renovar las flotas presenta un desafío constante para ambos fabricantes. A medida que la industria aeroespacial continúa lidiando con estos problemas, es necesario buscar soluciones innovadoras para garantizar una entrega de aviones confiable y oportuna.
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